¿Cual es el origen de nuestro calendario actual?

calendario detalle

Los primeros calendarios solares, ya intentaron ajustar la diferencia temporal ocasionada por la duración de la traslación terrestre que es de 365 días, 6 horas y 9 minutos.

El calendario gregoriano, considerado como el oficial para nosotros, tampoco consigue una exactitud entre el año civil y el año astronómico; puesto que la velocidad de rotación y de traslación de la Tierra se va ralentizando; ello obliga a revisar las fechas una vez cada 3.000 años.

  1. Antiguamente se usaba el calendario lunar para medir el paso del tiempo. La transición entre un mes y otro la marcaba la órbita de la Luna; cuando esta retornaba a su fase inicial, se daba por concluido dicho periodo temporal. Pasados 12 meses lunares, se hablaba de un año completo. Después, pensaron en tomar en consideración el paso de las estaciones, y se crearon los calendarios lunisolares, que agrupaban los meses lunares en distintos periodos climáticos.
  2. En el Antiguo Egipto, es cuando aparecieron los primeros calendarios solares, medían el tiempo guiados por el movimiento del Sol. Esta innovación permitía fechar el momento exacto de la crecida del río Nilo; algo fundamental para una sociedad que vivía de la agricultura. Lo que ocurre es que los astrónomos egipcios sabían que el año duraba 365 días, pero no tuvieron en cuenta esas pocas horas adicionales que no completan el día. Por tanto su calendario iba con siglos de desfase…
  3. En el Imperio romano, el calendario tenía 304 días dispuestos en 10 meses; de manera que los pontífices debían intercalar un undécimo mes cada pocos años para compensar el desajuste temporal. Sin embargo se llegó a al punto de que el invierno terminó siendo fechado en el otoño astronómico. Entonces, Julio César, en el año 46 a.c., ordenó una reforma del calendario romano; con el fin de ajustar de manera definitiva el año al curso del Sol.  El calendario retomaba los 365 días divididos en 12 meses del calendario egipcio, fechaba las estaciones y sus fiestas romanas correspondientes concordando con el momento astronómico en el que sucedían.  Y para contrarrestar el desfase, se optó por sumar un día cada cuatro años (incluyendo los seculares), lo que originó el concepto del AÑO BISIESTO.