Siempre hemos tenido la necesidad de contar el tiempo, el paso de los días y dividir el paso del tiempo de manera lógica. De esa necesidad nacen los primeros calendarios.
Los primeros calendarios fueron lunares. Se basaban en las diferentes fases lunares y la posición de los planetas. Pasado el tiempo por la agricultura se fijaron también en las estaciones.
El calendario más antigüo del que se tiene constancia está en Aberdeenshire, Escocia.
Son 12 piedras que marcan la posición de la luna en un año. (8.000 a.c.)
Quizás el calendario más perfecto fue el calendario Maya. Ya había creado un almanaque en el siglo VI a.c., es el que más se acerca a la realidad astronómica.
Hoy en día existen diferentes calendarios: el calendario chino, hebreo, hindú, musulmán, persa, budista, pero el más utilizado en el mundo, el que usamos nosotros es el calendario gregoriano. Fue creado en 1582 y es un calendario solar.
El calendario romano tenía todavía un ligero desfase del ciclo solar y se decidió descontar diez días de dicho calendario, el romano o de Julio César; hasta que se creó el calendario gregoriano por el papa Gregorio XIII que es el que había ordenado su revisión y ajuste.
Pero el calendario gregoriano tampoco es perfecto, tampoco se pudo lograr en este que los trimestres tuvieran el mismo número de días y claro esto era un inconveniente para el mundo laboral y económico.
Cada año hay un error de 26 segundos lo que supondrá un día entero de más en el año 3.323.
Hoy en día seguimos utilizando el calendario gregoriano y aunque el más perfecto fue el calendario maya, y el que usamos no es exacto del todo. Lo que sí sabemos con certeza a la hora de medir el tiempo es que los meses dependen de las fases lunares y que el día es el tiempo en que la tierra emplea en dar la vuelta sobre si misma.
Como curiosidad el término calendario viene del latín kalendae (calendarium: los libros de contabilidad y Calendarium viene de Kalendae o sea calendas.
Almanaque viene del árabe ( المناخ al-manākh: «el clima» )